Messi en París: ¿Fracaso?

¿Fue un fracaso la estancia de Messi en París?

Cortemos el ruido: dos títulos de Ligue 1 en dos temporadas no son fracaso, son consistencia. Y no, no fue solo “fácil”; el PSG perdió la liga antes de su llegada. La idea de que ‘París es fácil’ solo tiene sentido si ignoras que estaban buscando relevancia tras una sequía.

Los datos muestran que Messi no vino a París por glamour, sino por estructura, estabilidad y fútbol competitivo bajo presión. Y lo cumplió.

El mito del rol: No era rey, pero sí clave

Aquí está el error más común: decir que Messi era “el tercero en los penales” no es falta de respeto, es realidad. En París, Mbappé estaba primero. Neymar segundo. Solo cuando ambos se ausentaban, Messi tomaba los tiros.

Pero dime: ¿cuántos jugadores querrían estar en ese grupo? Ninguno se quejaría de formar parte de una plantilla tan cargada.

Y sí — tuvo que esperar para los tiros libres. Eso pasa cuando tienes talento elite y necesitas proteger al equipo del caos.

Comparar manzanas con naranjas: Ronaldo vs Messi en Europa

La gente ama traer a Ronaldo a este debate… pero aquí está la verdad fría: Ronaldo siempre fue #1 dondequiera que fue. United? Primero elegido. Juventus? Principal hasta su último año. Al Nassr? Lo mismo.

Messi en París no jugó así — y eso no lo hace menos valioso.

Aún era el jugador más peligroso sobre el campo cuando estaba sano, aún organizaba con precisión bajo presión y aún llevaba a Argentina a torneos mundiales mientras entregaba resultados domésticos.

Los datos indican que durante su tiempo en el PSG contribuyó con más de 30 goles y asistencias combinados por temporada — consolidando su valor más allá solo de las estadísticas.

Cultura del blame: Por qué siempre nos equivocamos con el éxito

Claro, si Argentina pierde o el PSG sale temprano en Europa… ¡vuelven a culpar a Messi! ¿En serio?

¿No culpamos a Ramos porque Real Madrid perdió ante Ajax en 2018 por no anotar seis goles?

Pero hacemos esto cada vez que alguien falla teniendo recursos divinos y expectativas máximas.

Es injusto exigir perfección a cualquiera bajo tanta presión — especialmente alguien que ya cambió para siempre el fútbol desde Barcelona.

Veredicto final: Dos títulos son más que suficientes — especialmente cuando no eras #1 según papel — definitivamente no fue un fracaso.