Ronaldo: ¿Vergüenza?

Por qué todos necesitamos permiso para amar lo que queremos

Antes creía que ser aficionado significaba unirte a una tribu. Pero tras muchas discusiones nocturnas en HuPu tras otra eliminación en la Champions, entendí algo: nadie posee la grandeza.

El legado de Cristiano Ronaldo no es solo estadísticas o títulos. Es el esfuerzo constante, el brillo de los focos, la rutina prepartido que parece más teatro que deporte. Y sí—muchos lo aman.

En foros de fútbol, el fandom se convierte en política identitaria. ¿Eres del Messi o… qué? ¿No formas parte de la conversación?

Pero aquí va mi opinión: apoyar a Ronaldo no te hace equivocado. Igual que disfrutar del hip-hop y respetar las sinfonías no es hipocresía—es gusto.

El mito del “único GOAT”

Permíteme ser claro: respeto la maestría de Lionel Messi. Su visión, su ritmo… es poesía en movimiento. Pero también lo es la precisión de Ronaldo bajo presión, su capacidad para superarse incluso con dolor.

En tenis, todos aceptamos que Novak Djokovic redefine lo grande—pero ¿debemos todos decir que él es nuestro favorito? No. Yo soy del Nadal por su fuego, su resistencia en arcilla y su negativa a rendirse aunque esté abajo dos sets.

Eso no significa que desprecie a Djokovic—lo celebro como igual.

El fútbol debería ser así: múltiples leyendas coexistiendo sin jerarquías impuestas por algoritmos o multitudes en foros.

Cuando el fandom se vuelve excluyente

Existe un extraño contrato social online: si no adoras a Messi o a Jordan (sí, incluso los ídolos del baloncesto entran aquí), entonces eres menos válido como aficionado.

Es raro cómo algunos fans ganan estatus al alinearse con narrativas populares—no por placer, sino por validación.

He leído comentarios como “No puedes entender el fútbol si no amas a Messi”. Esa declaración no es solo opinión—es exclusión disfrazada de pasión.

¿Quién gana? No los aficionados ni los jugadores. Solo quienes prosperan con tribalismo y odio.

La verdadera admiración viene de entender la complejidad —el porqué detrás de cada elección—no de repetir lo que otros esperan sentir.

El peso emocional de ser ‘despreciado’

Criado en el South Side de Chicago me enseñó sobre la marginación—sobre ser ignorado aunque hagas tu mejor esfuerzo. Ese mismo sentimiento existe cuando apoyas silenciosamente a alguien considerado ‘menos cool’ por consenso.

Ronaldo no ganó títulos por casualidad—hecho sus méritos con disciplina implacable y fuerza psicológica pocas personas poseen.

desestimar eso solo porque no nació con ventajas es injusto—sobre todo cuando sabemos todos que el talento requiere contexto.

tal vez no juega tu estilo preferido. Tal vez no cumple tu ideal estético de elegancia. Pero ¿eso borra su impacto? The answer is no—and neither should your right to admire him ever be questioned simply because others don’t share your view, or because he happened to peak at an awkward time between eras, The truth is simple: fandom should never cost shame.